Nota di Radio Spada: continua come sempre la sua collaborazione con Radio Spada il carissimo amico Juan Diego Ortega Santana, titolare del blog sicutoves.blogspot.com. Si tratta della prima rubrica radiospadista dedicata al pubblico spagnolo e ispanofono che ci segue da anni con grande simpatia ed affetto. Un sentito ringraziamento all’amico Juan Diego, vero cattolico integrale, che in molte occasioni ci ha testimoniato il suo affetto e la sua stima. Pregate per Lui. Buona lettura! (Piergiorgio Seveso)
Nota de Radio Spada: Continúa como siempre su colaboración con Radio Spada el muy querido amigo Juan Diego Ortega Santana, propietario del blog sicutoves.blogspot.com. Esta es la primera columna de radiospadistas dedicada a la audiencia española e hispana que nos ha estado siguiendo durante años con gran simpatía y afecto. Un sincero agradecimiento a mi amigo Juan Diego, un verdadero católico integral, que en muchas ocasiones ha sido testigo de su afecto y estima. ¡Ora por él! ¡Feliz lectura! (Piergiorgio Seveso)
“Estaba yo con mi Ángel en el Purgatorio y veía la gran aflicción de aquellas Almas, porque no podían valerse por sí mismas, y notaba cuán poco las socorren los hombres de nuestro tiempo. Indecible es su necesidad.
Comprendiendo esto, vine a hallarme separada de mi guía por una montaña y experimenté tan vivo anhelo y afán de volver a su lado que casi perdí el conocimiento. Le veía a través de la montaña, pero no podía ir hacia él. Entonces, me dijo el Ángel:
“Ese mismo deseo que tú sientes, lo sienten esas Almas para que se les socorra”… A la vista de aquellos lugares, lloraba yo de rodillas y clamaba a Dios con los brazos abiertos hasta que Él se compadecía.
El Ángel me exhortaba a ofrecer todas mis privaciones y mortificaciones por las Almas Benditas, las cuales no pueden valerse por sí mismas y son cruelmente olvidadas y abandonadas por los hombres.
Yo enviaba muchas veces a mi Ángel Custodio al Ángel de aquellos a quienes veía padecer, para que él los moviese a ofrecer sus dolores por las Almas Benditas. Lo que hacemos por Ellas, oraciones u obras buenas, al punto se convierte en consuelo y alivio para Ellas ¡Se alegran tanto! ¡Son tan agradecidas!
Cuando yo ofrezco por Ellas mis trabajos, ellas ruegan por mí. Lléname de espanto el horrible abandono y el desperdicio que se hace de las gracias de la Iglesia, que en tal abundancia son ofrecidas a los hombres y que estos tan poco aprecian, mientras las pobres Almas las anhelan y desfallecen a causa del deseo que tienen de Ellas.”
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