Nota di Radio Spada: continua
come sempre la sua collaborazione con Radio Spada il carissimo amico
Juan Diego Ortega Santana, titolare del blog sicutoves.blogspot.com.
Si tratta della prima rubrica radiospadista dedicata al pubblico
spagnolo e ispanofono che ci segue da anni con grande simpatia ed
affetto. Un sentito ringraziamento all’amico Juan Diego, vero cattolico
integrale, che in molte occasioni ci ha testimoniato il suo affetto e
la sua stima. Pregate per Lui. Buona lettura! (Piergiorgio Seveso)
Nota de Radio Spada: Continúa como siempre su colaboración con Radio Spada el muy querido amigo Juan Diego Ortega Santana, propietario del blog sicutoves.blogspot.com. Esta es la primera columna de radiospadistas dedicada a la audiencia española e hispana que nos ha estado siguiendo durante años con gran simpatía y afecto. Un sincero agradecimiento a mi amigo Juan Diego, un verdadero católico integral, que en muchas ocasiones ha sido testigo de su afecto y estima. ¡Ora por él! ¡Feliz lectura! (Piergiorgio Seveso)
NUESTRA SEÑORA DE LA SONRISA: la curación de Santa Teresita
Relato de la milagrosa curación de Santa Teresita por intercesión de Nuestra Señora, cuando la futura carmelita apenas contaba 10 años de edad. El texto principal ha sido extraído del Capítulo III de “Historia de un alma”, la auto-biografía de la Santa.
El 25 de Marzo de 1883, mientras se hallaba en casa de sus tíos maternos, Santa Teresita cayó gravemente enferma, víctima de temblores nerviosos. La niña solo tenía diez años y hacía cinco que había perdido a su madre, Celia Guérin.
A partir de entonces Teresa, dueña de un carácter alegre y feliz, pasó abruptamente a otro, tímido y triste. La enfermedad la tenía angustiada, más, después de la recaída que había experimentado el 7 Abril, al día siguiente de que su querida hermana Paulina tomase los hábitos.
Y postrada se hallaba en su cama cuando desesperada y abatida por su condición, volteó su rostro hacia la imagen de Nuestra Señora de las Victorias que se hallaba sobre su mesa de luz y le imploró por su pronta curación.
Era el 13 de Mayo de 1883, fiesta de Pentecostés, cuando Teresa suplicó con fuerza a la Virgen. Seguramente pensó en muchas cosas y rezó por otras, ignorando que un día como ese, treinta y cuatro años después, la Santísima Madre se le aparecería por primera vez a tres pequeños pastorcitos en la pequeña aldea de Fátima, Portugal, para anunciar al mundo que después de mucho sufrimiento, su Inmaculado Corazón iba a triunfar.
Rogaba Santa Teresita a la Madre de Dios suplicándole piedad cuando, repentinamente, vio que el rostro de la bendita imagen le sonreía dulcemente.
Leonia vigila a su hermana en la habitación. Como casi siempre, Teresa gime y llama indefinidamente: “Mamá…, Mamá..”, queriendo que María esté a su lado.
La hija mayor atraviesa, por fin el jardín, pero la enferma no la reconoce.
Todas sus hermanas se arrodillan alrededor de la cama. Entonces se produce lo inesperado:
“De
repente la Santísima Virgen me pareció bella, tan bella que nunca había
visto cosa tan hermosa, su rostro respiraba una bondad y una ternura
inefables, pero lo que llegó hasta el fondo de mi alma fue la
arrebatadora sonrisa de la Santísima Virgen. En
aquel momento todas mis penas se desvanecieron, dos gruesas lágrimas
brotaron de mis párpados y corrieron silenciosamente por mis mejillas.
Eran lágrimas de una alegría pura…”
Santa Teresita de Lisieux necesitaba un milagro para curar sus males y el mismo llegó de la mano de la Virgen de las Victorias, de la que era fiel devota.
A partir de ese día, la imagen que Santa Teresita tenía sobre la mesa de luz, pasó a ser llamada “Nuestra Señora de la Sonrisa”.
Quien, desde lo más profundo de su corazón, sonríe a los deprimidos y los enfermos de cuerpo y espíritu, aliviando sus dolencias y transmitiéndoles paz.
Y es que al sonreír, la Reina del Cielo cicatriza nuestras heridas, alivia los dolores, calma los sufrimientos y escucha las súplicas. Su sonrisa transmite amor, disipa los temores, ablanda los corazones más duros, reflota las esperanzas e infunde valor.
Desde aquel milagroso día, Santa Teresita tuvo a esa imagen permanentemente a su lado hasta el día de su muerte el 30 de Septiembre de 1897, en Lisieux.