Nota di Radio Spada: continua come sempre la sua collaborazione con Radio Spada il carissimo amico Juan Diego Ortega Santana, titolare del blog sicutoves.blogspot.com. Si tratta della prima rubrica radiospadista dedicata al pubblico spagnolo e ispanofono che ci segue da anni con grande[ simpatia ed affetto. Un sentito ringraziamento all’amico Juan Diego, vero cattolico integrale, che in molte occasioni ci ha testimoniato il suo affetto e la sua stima. Pregate per Lui. Buona lettura! (Piergiorgio Seveso)
Nota de Radio Spada: Continúa como siempre su colaboración con Radio Spada el muy querido amigo Juan Diego Ortega Santana, propietario del blog sicutoves.blogspot.com. Esta es la primera columna de radiospadistas dedicada a la audiencia española e hispana que nos ha estado siguiendo durante años con gran simpatía y afecto. Un sincero agradecimiento a mi amigo Juan Diego, un verdadero católico integral, que en muchas ocasiones ha sido testigo de su afecto y estima. ¡Ora por él! ¡Feliz lectura! (Piergiorgio Seveso)
“Enseñen también que deben ser venerados por los fieles los Sagrados Cuerpos de los Santos y Mártires y de los otros que viven con Cristo, pues fueron miembros vivos de Cristo y templos del Espíritu Santo, que por Él han de ser resucitados y glorificados para la Vida Eterna, y por los cuales hace Dios muchos beneficios a los hombres, de suerte que los que afirman que a las reliquias de los Santos no se les debe veneración y honor, o que ellas y otros sagrados monumentos son honrados inútilmente por los fieles y que en vano se reitera el recuerdo de ellos con objeto de impetrar su ayuda (quienes tales cosas afirman) deben absolutamente ser condenados, como ya antaño se los condenó y ahora también los condena la Iglesia”
Sacro Santo Concilio de Trento, 1545-1563
El
culto a las Sagradas Reliquias lo encontramos en los inicios del
Cristianismo, momento en que tuvo lugar la aparición de los primeros
Mártires, cuyos cuerpos fueron enterrados en catacumbas. En un primer
momento se mantuvo la costumbre romana y occidental de respetar la
inviolabilidad de la sepultura, dado que se consideraba un sacrilegio
tocar el cuerpo de los Santos, lo que dio lugar a la aparición de las
reliquias de contacto, llamadas también “brandeas”, obtenidas mediante
la colocación de paños sobre la tumba de aquellos que habían fallecido
en olor de santidad.
Se sabe que esta tradición aún estaba vigente en el siglo VI, si bien, progresivamente, se fue imponiendo la práctica oriental de trasladar y dividir los cuerpos santos con el fin de utilizarlos para consagrar los templos. Asimismo, se fue haciendo cada vez más habitual el empleo de estos restos y objetos sagrados para uso personal, así como su exposición en relicarios y cortejos procesionales con la intención de que fueran venerados por el pueblo.
“Enseñen también que deben ser venerados por los fieles los Sagrados Cuerpos de los Santos y Mártires y de los otros que viven con Cristo, pues fueron miembros vivos de Cristo y templos del Espíritu Santo, que por Él han de ser resucitados y glorificados para la Vida Eterna, y por los cuales hace Dios muchos beneficios a los hombres, de suerte que los que afirman que a las reliquias de los Santos no se les debe veneración y honor, o que ellas y otros sagrados monumentos son honrados inútilmente por los fieles y que en vano se reitera el recuerdo de ellos con objeto de impetrar su ayuda (quienes tales cosas afirman) deben absolutamente ser condenados, como ya antaño se los condenó y ahora también los condena la Iglesia”
Sacro Santo Concilio de Trento, 1545-1563
El
culto a las Sagradas Reliquias lo encontramos en los inicios del
Cristianismo, momento en que tuvo lugar la aparición de los primeros
Mártires, cuyos cuerpos fueron enterrados en catacumbas. En un primer
momento se mantuvo la costumbre romana y occidental de respetar la
inviolabilidad de la sepultura, dado que se consideraba un sacrilegio
tocar el cuerpo de los Santos, lo que dio lugar a la aparición de las
reliquias de contacto, llamadas también “brandeas”, obtenidas mediante
la colocación de paños sobre la tumba de aquellos que habían fallecido
en olor de santidad.
Se sabe que esta tradición aún estaba vigente en el siglo VI, si bien, progresivamente, se fue imponiendo la práctica oriental de trasladar y dividir los cuerpos santos con el fin de utilizarlos para consagrar los templos. Asimismo, se fue haciendo cada vez más habitual el empleo de estos restos y objetos sagrados para uso personal, así como su exposición en relicarios y cortejos procesionales con la intención de que fueran venerados por el pueblo.
El Concilio de Nicea, en el año 787, impuso que todas las iglesias debían ser consagradas con alguna reliquia, lo que supuso un notable impulso a su devoción. El Concilio de Trento determinó que las reliquias insignes eran las del cuerpo entero del Santo o parte del mismo en el que éste había sufrido el Martirio, se fijó que no se podían enajenar ni trasladar a otra iglesia sin Indulto Apostólico, que debían ser expuestas en relicarios cerrados y que no era lícito venderlas, siendo función del clero el impedir que se profanasen, perdiesen o no se guardasen debidamente.
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