Nota di Radio Spada: continua come sempre la sua collaborazione con Radio Spada il carissimo amico Juan Diego Ortega Santana, titolare del blog sicutoves.blogspot.com. Si tratta della prima rubrica radiospadista dedicata al pubblico spagnolo e ispanofono che ci segue da anni con grande simpatia ed affetto. Un sentito ringraziamento all’amico Juan Diego, vero cattolico integrale,  che in molte occasioni ci ha testimoniato il suo affetto e la sua stima. Pregate per Lui. Buona lettura! (Piergiorgio Seveso)

Nota de Radio Spada: Continúa como siempre su colaboración con Radio Spada el muy querido amigo Juan Diego Ortega Santana, propietario del blog sicutoves.blogspot.com. Esta es la primera columna de radiospadistas dedicada a la audiencia española e hispana que nos ha estado siguiendo durante años con gran simpatía y afecto. Un sincero agradecimiento a mi amigo Juan Diego, un verdadero católico integral, que en muchas ocasiones ha sido testigo de su afecto y estima. ¡Ora por él! ¡Feliz lectura! (Piergiorgio Seveso)

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DOMINGO INFRAOCTAVA DEL CORPUS CHRISTI, II después de Pentecostés

Ya el Domingo anterior se nos inculcaba la práctica de la condescendencia y de la caridad fraterna; fruto sabrosísimo del Misterio Eucarístico, llamado con razón por San Agustín “atadura de Caridad”. 
            Hoy la Liturgia nos trae el Evangelio del convite, figura que era del Magno Convite Eucarístico, al que todos estamos invitados por el Gran Padre de familias, por el Rey, que es Dios; todos, aún los pecadores baldados por la culpa, pues precisamente para enderezarlos y darles fuerzas, instituyó y preparó la Divina Sabiduría este banquete, del que nadie es excluído, si a él se acercare con la debida buena voluntad y demás disposiciones de cuerpo y alma.

  “Los goces corporales que prenden en nosotros vehementes deseos antes de poseerlos, traen enseguida el hastío, por la misma indigestión que causan al que los experimenta. Los goces espirituales, por el contrario, provocan el desprecio antes de su posesión, pero acucian el deseo una vez poseídos; y el que los ha gustado, queda más hambriento de los mismos, cuanto más los saborea” (San Gregorio)