Nota di Radio Spada: continua come sempre la sua collaborazione con Radio Spada il carissimo amico Juan Diego Ortega Santana, titolare del blog sicutoves.blogspot.com. Si tratta della prima rubrica radiospadista dedicata al pubblico spagnolo e ispanofono che ci segue da anni con grande simpatia ed affetto. Un sentito ringraziamento all’amico Juan Diego, vero cattolico integrale, che in molte occasioni ci ha testimoniato il suo affetto e la sua stima. Pregate per Lui. Buona lettura! (Piergiorgio Seveso)
Nota de Radio Spada: Continúa como siempre su colaboración con Radio Spada el muy querido amigo Juan Diego Ortega Santana, propietario del blog sicutoves.blogspot.com. Esta es la primera columna de radiospadistas dedicada a la audiencia española e hispana que nos ha estado siguiendo durante años con gran simpatía y afecto. Un sincero agradecimiento a mi amigo Juan Diego, un verdadero católico integral, que en muchas ocasiones ha sido testigo de su afecto y estima. ¡Ora por él! ¡Feliz lectura! (Piergiorgio Seveso)
LETANÍA PARA MEDITAR LA PASIÓN DE CRISTO, por San Alfonso María de Ligorio
Dulcísimo Jesús, en el Huerto de los Olivos, triste hasta la muerte, profundamente angustiado, oprimido de agonía, cubierto de sudor de sangre… Ten piedad de nosotros, Señor, ten piedad. Dulcísimo Jesús, por el beso traidor, entregado a manos de Tus enemigos, maltratado, atado y atrapado con cuerdas, abandonado por Tus Discípulos… Ten piedad de nosotros, Señor, ten piedad. Dulcísimo Jesús, por el injusto consejo de los judíos, juzgado, acusado de muerte, entregado a Pilato, despreciado y burlado por el impío Herodes… Ten piedad de nosotros, Señor, ten piedad. Dulcísimo Jesús, desnudo, atado en una columna y azotado cruelmente… Ten piedad de nosotros, Señor, ten piedad. Dulcísimo Jesús, coronado de penetrantes espinas, herido en Tu Sagrada Cabeza con una caña, vestido, por burla, de un manto de púrpura, saciado de oprobrios… Ten piedad de nosotros, Señor, ten piedad. Dulcísimo Jesús, más odiado que un ladrón y asesino, rechazado por los judíos, condenado a la muerte de la Cruz… Ten piedad de nosotros, Señor, ten piedad. Dulcísimo Jesús, cargado con la pesada Cruz, caído en tierra, llevado al Calvario como el cordero al matadero… Ten piedad de nosotros, Señor, ten piedad. Dulcísimo Jesús, varón de los dolores, despojado de todo, que contado entre los criminales, fuiste inmolado en sacrificio por nuestros pecados… Ten piedad de nosotros, Señor, ten piedad. Dulcísimo Jesús, clavado cruelmente en la Cruz, herido dolorosamente por nuestras iniquidades, quebrantado por nuestra culpa… Ten piedad de nosotros, Señor, ten piedad. Dulcísimo Jesús, burlado aún en la Cruz, atormentado y oprimido de dolores indescriptibles, consumido de sed, abandonado en la más dolorosa agonía por el propio Padre Celestial… Ten piedad de nosotros, Señor, ten piedad. Dulcísimo Jesús, muerto en la Cruz, traspasado por una lanza a la vista de Tu Dolorosa Madre… Ten piedad de nosotros, Señor, ten piedad. Dulcísimo Jesús, bajado de la Cruz, depositado en los brazos de Tu Santísima Madre y bañado en Sus Lágrimas… Ten piedad de nosotros, Señor, ten piedad. Dulcísimo Jesús, ungido y embalsamado por los Discípulos amantes con preciosos aromas, envuelto en sábanas limpias y depositado en el Santo Sepulcro… Ten piedad de nosotros, Señor, ten piedad. V: Él realmente tomó sobre Sí nuestras iniquidades. R: Y nuestros dolores El los soportó. Oración Oh Jesús, Hijo Unigénito de Dios y de la Virgen Inmaculada, que por la Salvación del mundo quisiste ser rechazado por los judíos, atado con cuerdas, conducido al matadero como un cordero, presentado injustamente a los jueces Anás, Caifás, Pilato y Herodes, acusado por falsos testigos, herido con golpes, saciado de oprobios e injurias, escupido en la cara, azotado brutalmente, coronado de espinas, condenado a la muerte, despojado de Tus vestidos, clavado con toda la crueldad en la Cruz, suspendido entre dos ladrones, colmado con hiel y vinagre, abandonado en tormentosa agonía y finalmente traspasado por una lanza: por estos tormentos, Señor, de los cuales yo, indigno hijo Tuyo, ahora, con devoción, gratitud y amor recuerdo, y por Tu Santísima Muerte en la Cruz, líbrame de las penas del Infierno y dígnate llevarme al Paraíso, donde llevaste Contigo al buen ladrón. Ten piedad de mí, oh Jesús, que con el Padre y el Espíritu Santo vives y reinas, por todos los siglos de los siglos. Amén.